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Los manglares desaparecen a un ritmo acelerado

por Haiman El Troudi
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Los manglares desaparecen a un ritmo acelerado

A pesar de su importancia para el medio ambiente los manglares desaparecen a un ritmo peligrosamente acelerado. Son conocidos como “bosques azules” y se caracterizan por ser muy eficientes para almacenar carbono. Esto los convierte en una solución natural en la lucha contra el cambio climático, pues son capaces de absorber hasta diez veces más gases de efecto invernadero que los bosques tropicales.

Presentes en más de 120 países, ocupan 15.2 millones de hectáreas, pero solo cubren menos del 1% de la superficie de la Tierra. Sin embargo, la contaminación, la invasión de su hábitat y la deforestación, amenazas crecientes, han impactado en la cobertura de estos valiosos ecosistemas, reduciéndola casi a la mitad entre 1980 y 2005.

Los bosques de mangles son vitales para muchas especies y para las comunidades de las costas, incluyendo las de América Latina y el Caribe, que cuenta con dos de los cinco países con mayor extensión manglares del mundo: Brasil y México.

Si bien están considerados como áreas de preservación permanente desde 1965, por la función vital que cumplen, lamentablemente estos bosques acuáticos están desapareciendo entre tres a cinco veces más rápido que el resto de los bosques del planeta, con impactos ecológicos y socioeconómicos graves.

Defensa necesaria

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Debido, principalmente, a la creciente urbanización y el desarrollo de las zonas costeras, entre 1980 y 2005, se perdió más del 40% de los manglares del planeta. Por ejemplo, más de 80% de los manglares se han perdido en algunas áreas del océano Índico occidental, uno de los dos hábitats de manglares más significativos del mundo junto con el sudeste asiático.

Las costas albergan 40% de la población mundial y se encuentran entre las áreas más densamente pobladas de la Tierra. Su continuo desarrollo es el principal impulsor de la perdida de estos ecosistemas, debido a la tala de manglares para la construcción de edificios y explotación de sus recursos.

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La situación de estos ambientes, cada vez más alarmante, llevó a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en 2015, a designar el 26 de julio para conmemorar el Día Internacional de la Defensa del Ecosistema Manglar y desde entonces, se celebra con el objetivo de reivindicar la protección y conservación de este tipo de entornos.

Pero, aunque por años se ha buscado crear conciencia sobre el cuidado de estos ecosistemas únicos y vulnerables, los esfuerzos aún son insuficientes.

¿Qué impulsa la desaparición de los manglares?

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La deforestación, la actividad industrial, la contaminación y la descarga de residuos en las zonas alrededor de los manglares, ponen en peligro la existencia de estos valiosos ecosistemas.

Además de la extracción de madera de los mangles para leña y construcción, las malas prácticas de conservación de suelos, provocan erosión y sedimentación.

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La contaminación también juega un papel importante pues estos bosques, que forman una línea protectora entre las costas y el océano, se convierten en una «trampa de plástico». Las bolsas de plástico y la basura cubren las raíces y las capas de sedimentos, privando de oxígeno a los manglares y dañando a su fauna.

Adicionalmente, en muchos países la autoridad sobre los recursos de los manglares es dispersa y las instituciones sectoriales administran e impulsan actividades, muchas veces sin tener una visión global e integrada de estos hábitats.

¿Qué son los manglares?

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Los manglares son ecosistemas costeros propios de las latitudes tropicales y subtropicales con vital importancia para el medio ambiente. Compuestos por árboles o arbustos con adaptaciones que les permiten colonizar terrenos anegados, sujetos a intrusiones de agua salada, están entre los entornos naturales más valiosos del planeta, pues albergan una gran riqueza de biodiversidad.

El término manglar abarca varias especies que poseen adaptaciones similares, aunque pertenecen a familias diferentes. Estas adaptaciones incluyen: tolerancia a altos niveles de salinidad, raíces aéreas que estabilizan el árbol en terrenos blandos, semillas flotantes (plántulas) y estructuras especializadas que permiten la entrada de oxígeno y la salida de bióxido de carbono.

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Hay diferentes tipos de manglares, todos con una característica común: nacen del contacto entre ambientes terrestres y marinos. Según su ubicación y características los manglares pueden ser:

  • Ribereño. Crecen en las orillas de los ríos y en zonas con influencia de las mareas y del agua salada.
  • Borde. Crecen en las orillas de las costas, en bahías o lagunas arrecifales o rodeando islas, por ello soportan el continuo golpe de las olas.
  • Cuenca. Se desarrollan detrás de los ribereños y de los de borde. Se localizan donde hay suelos estables. En este tipo de hábitats la renovación del agua es lenta, hay poco oxígeno y alta salinidad.
  • Especiales. Son de poco desarrollo pues crecen en condiciones de alta salinidad, baja disponibilidad de nutrientes y temperaturas extremas.

El árbol del mangle es la especie arbórea que más predomina en estos ecosistemas. Crecen en agua salada y cuenta con unas peculiares raíces que se extienden por encima y por debajo en suelos espesos y fangosos. Existen unas 70 especies, siendo los más comunes: Mangle blanco (Laguncularia racemosa), Mangle jeli o gris (Conocarpus erectus), Mangle negro (Avicennia germinans) y Mangle rojo (Rhizhophora mangle).

¿Para qué sirven los manglares?

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Al ser hábitats donde conviven especies terrestres y marinas, se convierten en ambientes naturales únicos, poseedores de una gran biodiversidad, incluso algunas especies solo se encuentran en ellos. Estos ecosistemas son claves para la conservación de animales que necesitan de estos espacios para crecer y desarrollarse, incluyendo algunas de las más raras y coloridas del planeta.

La fauna que predomina en los manglares está adaptada a las mareas y a las particularidades de este ambiente. Entre las especies más comunes se encuentran crustáceos, peces, moluscos, aves, reptiles, anfibios y mamíferos.

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Son una fuente de materia orgánica e inorgánica que sostiene la red alimentaria. Una compleja red trófica con sitios de anidamiento de aves, zonas de alimentación, crecimiento y protección de un gran número de especies en peligro de extinción. Aproximadamente el 70 % de los organismos capturados en el mar, realizan parte de su ciclo de vida en un manglar.

Estos bosques, que viven entre la tierra y el mar, protegen la vegetación y la fauna, pero también contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático pues absorben y almacenan CO2 en sus raíces. Por si fuera poco, proporcionan comida y medios de vida a mil millones de personas en las áreas costeras del mundo. Además de ser valiosos para la educación y la investigación científica, son usados para la recreación pasiva, los deportes acuáticos y actividad turística.

¿Por qué es importante protegerlos?

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El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), señala que los manglares no solo sustentan las economías globales y locales,  sino que contribuyen a la seguridad económica y alimentaria, pues respaldan la pesca, proporcionan otras fuentes de alimentos y protegen las costas.

Estos bosques azules son una barrera natural de defensa entre la tierra y el mar, ayudan a frenar el desgaste y la erosión de los suelos. Protegen al litoral contra la erosión costera derivada del oleaje, las mareas y eventos climatológicos de gran impacto. Además, el dosel denso y alto del bosque de manglar es una barrera efectiva contra la erosión eólica, incluso durante las temporadas de fuertes tormentas.

Por otro lado, funcionan como pulmones del ambiente y un paliativo contra el cambio climático, porque producen oxígeno y usan el bióxido de carbono del aire. También sirven como filtros para sedimentos y nutrientes, mantienen la calidad del agua, y suplen de humedad a la atmósfera.

Además de retener los sedimentos y la arena sobre las playas, pueden filtrar las aguas que abastecen a los mantos freáticos, reteniendo desechos y sustancias tóxicas para que no lleguen al mar. Desalinizan las aguas que ingresan en tierra firme, forman reservorios en las zonas interiores, y ayudan a estabilizar los climas locales.

¿Qué pasaría si desaparecen?

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Sin la protección natural que brindan los bosques de mangles, millones de personas sufrirían, cada año, los impactos de las inundaciones. Solo Vietnam, China, Filipinas, Estados Unidos y México ahorran 57,000 millones de dólares en daños a la propiedad gracias a los manglares que tienen en sus territorios. Su protección es mil veces menos costosa por kilómetro que construir diques de contención.

Por otra parte, aunque su capacidad de protección está limitada por factores como la velocidad de los vientos o la altura del tsunami, estos los manglares son clave a la hora de definir estrategias para defender las costas, cuidar a las personas que las habitan y desarrollar mayor resiliencia frente a los desastres.

¿Hay solución?

Frenar la desaparición de los manglares, pasa primero por conocer su importancia y las causas su degradación. Además, una vez que el o los factores de la afectación puede eliminarse como, por ejemplo, la contaminación y la sobreexplotación, los manglares pueden recuperarse de forma natural.

Entre las acciones recomiendan emprender están: Desarrollar programas de educación ambiental para la población y los turistas; investigar y monitorear las costas y, por supuesto reforestar. El Pnuma ha establecido directrices para la restauración de manglares que describen cada paso del proceso. Pero, en situaciones en las que la recuperación requiere la intervención humana, es importante seguir pasos clave, como involucrar a las comunidades locales, seleccionar plántulas nativas y poner a funcionar un vivero.

También se puede buscar inspiración en lo que hacen otros. En Kenia y Madagascar, hay comunidades que están participando activamente en la reforestación y la educación para prevenir la explotación de sus manglares, garantizando así el sustento de las generaciones futuras.

Cuba, Haití, Puerto Rico y República Dominicana han priorizado la restauración de manglares a través de la iniciativa del Corredor Biológico en el Caribe. En Cuba, los bosques de manglares todavía cubren 70% de la costa. Mientras Pakistán se ha comprometido a plantar 10.000 millones de árboles para 2023 y muchos de ellos serán manglares.

 

Con información de ONU, Fundación Aquae, Azul Ambientalistas y National Geographic


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