En algunos sectores del centro de Caracas aún pueden verse aceras altas, característica urbana legada por el desarrollo inicial de la ciudad capital que, todavía hoy, dan un toque pintoresco a algunas calles de las parroquias La Pastora, Altagracia, San José, Catedral y La Candelaria.
Aunque no se ubican explicaciones exactas ni mucho menos formales del origen de la costumbre de construir casas sobre aceras con alturas de varios metros, algunas referencias indican que, al ir creciendo la ciudad en medio de un plano inclinado con desniveles, montículos, quebradas y otros accidentes, pudieron optar por levantar en las edificaciones sobre aceras que se elevaban sobre el nivel de la calle en algunos sitios para salvarlos y adaptarse al terreno.
También se pueden hallar referencias sobre la existencia de sectores inundables, en los que esta práctica constructiva pudo haberse tomado como medida preventiva. Años más tarde, con la evolución de la ciudad, la llegada de los vehículos a motor y otros medios de transporte como el tranvía y el tren, así como la respectiva necesidad de calles más anchas e incluso avenidas, la mayor parte de las cuadrículas originales de la Caracas de antaño se fueron perdiendo en medio de un modernismo que cubrió muchas de sus características con cemento.
Sin embargo, al día de hoy todavía es posible conseguir en algunas calles antiguas casas que se mantienen incólumes sobre sus aceras altas rodeadas de barandillas, para contarnos la historia de una ciudad en la que los vecinos se sentaban cada tarde en el frente de sus casas.
Tras el origen de las aceras altas
Las aceras altas son una característica que identifica a algunos sectores de Caracas, posiblemente debido a la conformación del terreno sobre el que se construyó la ciudad el cual, con el pasar de los años y su evolución, dio origen a desniveles entre viviendas y calles, otorgándoles un aire especial y distintivas singularidades. Incluso se da el caso de aceras que se cortan en medio de ellas y tienen al lado construcciones modernas como altos edificios.
Al respecto, José García de la Concha, en su libro “Reminiscencias Vida y costumbre de la vieja Caracas” (1962), explica en parte lo que podría ser el origen de este elemento urbano y el por qué algunas de estas aceras permanecen hasta nuestros días:
“Caracas desde su fundación fue trazada en cuadriláteros, calles paralelas de Este a Oeste y Norte a Sur, en cada cuadro o manzana se trazaban solares, naturalmente que siendo su terreno el de un plano inclinado y presentado en varias zonas, bajos, quebradas, montículos, los habitantes construían sus casas o viviendas a como les iba dando el terreno. De ahí que las calles, siempre rectas, ofrecían cuestas y bajadas para ir de un extremo a otro. Para ese entonces, no había puentes ni terraplenes”, explica el autor.
Explica, además, que con el desarrollo de la urbe y la necesidad de calles y avenidas más anchas, se fueron haciendo cambios que entre otras cosas llevaron a la construcción de este tipo de aceras altas, dotadas con barandillas.
Vivir en las alturas
“Pero el progreso avanza y vienen los vehículos de ruedas, y hay que condicionar las calles y tirar puentes, terraplenes, si las calles Norte-Sur no presentaban grandes inconvenientes, no así la de Este-Oeste que tenían forzosamente que cortar el paso de ríos, quebradas, que bajaban del norte y que en muchas por insinuaciones del terreno, quedaban casas en altos montículos, se comenzaron por rebajar los pisos de las calles Oeste 3 y Este 3 entre las esquinas de Santa Bárbara y Miraflores y Plaza López a Ánimas y construir los embovedados que vinieron más tarde entre Pineda y Cuartel Viejo y el de Plaza López. Quedaron naturalmente, con este rebajo, todas las casas en alto, lajadas, protegidas por una baranda”, escribió de la Concha.
Al respecto, indica que sucedió lo mismo con la Calle Oeste 5 Este 5 en el centro de la ciudad, específicamente entre las esquinas de Paraíso a Pineda, Maturín a Abanico y Abanico al Socorro. De Norte a Sur no encontraremos estas calles, sino de Fe a Santa Bárbara, Romualda a Socarrás y de Corazón de Jesús a la Hoyada.
“Estas aceras altas le daban un yo no sé de sabor caraqueño a nuestra querida ciudad, que aunque fuera molesto para los que habitaban a mitad de cuadra, nunca se presentó una queja de este pequeño inconveniente. Antes, por lo contrario, a muchas personas les gustaba vivir en aceras altas”.
Cuenta el autor, en su libro “Reminiscencias Vida y costumbre de la vieja Caracas”, que eran tiempos en los que las familias acostumbraban a sentarse en sillas recostadas en el frente de las casas al terminar el día.
Arquitectura caraqueña
La singular característica de las aceras altas de Caracas se relaciona con los factores que condicionaron su proceso de urbanización, entre los que destacan las limitaciones impuestas por el relieve topográfico de la ciudad. En este sentido, el urbanista Alberto Morales Tucker refiere que el primer plano de Caracas, levantado en 1578, presentaba un cuadrilátero de 650 x 650 metros, localizado entre los ríos Catuche y Caracas prudentemente alejado de las vegas del río Guaire por temor a las inundaciones. Este cuadrilátero comenzó a deformarse al iniciarse la expansión del área urbanizada, la cual respondió a las diponibilidades de terrenos utilizables entre las quebradas Catuche y los Padrones-Caroata, con sus desniveles y accidentes.
Las casas edificadas correspondían al estilo de la arquitectura colonial venezolana, con un carácter utilitario y práctico que se imponía sobre lo artístico y estético. Debido a esto, las edificaciones eran sencillas, cómodas y espaciosas. En las técnicas constructivas, hubo una fusión entre los sistemas de construcción indígenas y europeos. Los españoles adoptaron las tapias, techos de palma, horcones de madera, sin cambiar los modelos hispánicos ni las fachadas exteriores e interiores porque era el único sistema constructivo que conocían.
Entre los elementos comunes que tenía la arquitectura civil urbana destacan la entrada principal que daba hacia la calle más importante. También se clasificaba la importancia y el tamaño de la casa según la cantidad de ventanas pues, al ser alargadas y estar junto a otras viviendas, solo tenían una o dos dependiendo de su anchura. A la entrada principal le sigue el zaguán, pasillo largo que comunicaba la entrada con el patio y habitaciones. Asimismo, en los exteriores se presentaban aleros, pasillos techados que sobresalen de la construcción. Las casas que se levantaban sobre aceras altas mantenían estos elementos y además estaban rodeadas por barandillas.
Con información de Caracas en Retrospectiva, Así era Caracas, Fotos antiguas de Caracas y Artrofit
La nomenclatura caraqueña. Rafael Valery S. Ernesto Armitano Editor. Caracas, 1978.
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