Crisis otrora impensables como la del Covid 19 evidencian que proteger la biodiversidad, es la mejor vacuna ante futuras pandemias. Al reconocer que nuestra salud y bienestar están íntimamente ligados a los del planeta y la naturaleza, se podrán evitar los efectos de futuras crisis de salud humana.
Durante años, nuestra especie se ha dedicado a alterar el equilibrio de la biosfera. Las consecuencias están presentes y se manifiestan de formas cada vez más alarmantes. Es una ironía que en el 2020, denominado como el “super año de la biodiversidad” por la ONU, el mundo enfrenta una crisis de salud pública vinculada a la crisis de salud del planeta.
La destrucción y alteración de la naturaleza, debilita los ecosistemas y facilita la propagación de patógenos potenciales, además de aumentar el riesgo de transmisión al ser humano de virus desconocidos, que pueden ser letales para nuestra especie.
Las causas son muchas y conocidas: el creciente impacto humano sobre los ecosistemas y la vida salvaje, la sobreexplotación de los recursos naturales, el calentamiento global, entre muchas otras acechanzas.
Debilitar la salud del planeta significa aumentar los riesgos de transmisión de nuevas y viejas enfermedades y, por tanto, supone arriesgar nuestra salud y nuestro futuro. Ante esto, proteger la biodiversidad es la mejor vacuna.
Consecuencia de las actividades humanas
Aunque las alertas se multiplican y son ineludibles, continuamos destruyendo la naturaleza a un ritmo sin precedentes, y a la biosfera, red esencial e interconectada creada por los seres vivos. Expertos del mundo han alertado que se está provocando una catastrófica disminución de la biodiversidad, lo que pone en peligro el suministro de alimentos, el agua potable, los sistemas de energía, las economías y los medios de vida de la humanidad.
Bajo el paradigma del crecimiento económico a cualquier precio, se afecta el ambiente y se aceleran las consecuencias de las acciones humanas. Para mantener la vida, es necesario proteger la biodiversidad.
Salud humana y salud del planeta
La variedad de la biota, desde la constitución genética de vegetales y animales hasta la diversidad cultural, sostiene la vida en la tierra. La pérdida de biodiversidad puede ejercer un efecto directo en la salud humana, si los servicios de los ecosistemas (agua dulce, alimentos y fuentes de combustible) no pueden satisfacer las necesidades sociales.
Además, puede limitar el descubrimiento de posibles tratamientos de muchas enfermedades y problemas de salud. La diversidad biofísica de microorganismos, flora y fauna ofrece amplios conocimientos que entrañan beneficios importantes para la biología, las ciencias de la salud y la farmacología. De la misma forma, estamos perdiendo, aun antes de descubrirlas, sustancias naturales y genes como los que ya han brindado enormes beneficios sanitarios a la humanidad.
Para el biólogo Luis Suárez, con más de 20 años de experiencia en protección del ambiente, es evidente la relación entre la destrucción de la naturaleza y el aumento de pandemias como el Covid 19. Considera que tras la crisis sanitaria, nos enfrentamos a una importante crisis social y económica, pero también a la oportunidad de hacer mejor las cosas.
“La pérdida de biodiversidad facilita, cada vez más, la transmisión y propagación de patógenos procedentes de especies animales, como es el caso de la COVID-19”, afirma Suárez, coordinador de Conservación de WWF España.
Crisis ambiental y amenazas de zoonosis
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que aunque no conocen el origen exacto del coronavirus, “sí sabemos que se trata de una zoonosis, una enfermedad que salta de especies animales a humanos”
El organismo calcula que más del 70% de las patologías en las últimas cuatro décadas, han sido transmitidas por animales. Un número que sigue aumentando.
Sin embargo esto no es nuevo pues aseguran que, por ejemplo, la peste bubónica fue una zoonosis. Y Advierten que, aunque están presentes en la naturaleza y hemos convivido con ellas durante siglos, se están incrementando rápidamente.
“A menor biodiversidad, mayor es la capacidad de propagación de patógenos, en el momento en que alteramos esta biodiversidad, alteramos las complejas cadenas de relaciones que existen entre los distintos animales y seres vivos que mantienen estos virus y patógenos controlados”, alertan.
Por ejemplo, el incremento de las temperaturas hace que aves e insectos migren a otras zonas, extendiendo la propagación de enfermedades a latitudes que antes eran frías.
Covid 19 ¿solo un anticipo?
Por su parte Fernando Valladares, investigador del CSIC (Spanish Council for Scientific Research), ha advertido que el coronavirus y sus consecuencias, serán “solo el prólogo de lo que se nos viene encima si no cambiamos sustancialmente nuestra relación con la naturaleza”.
A su juicio, “la degradación de los ecosistemas es una fuente de problemas a muchas escalas” y por eso, insiste en que la mejor vacuna es la naturaleza, porque ejerce una protección integrada. Y no es el único, expertos en todo el mundo coinciden en que la mejor vacuna para el futuro es proteger la biodiversidad.
“La naturaleza es la tecnología más avanzada que hay. Cuando la naturaleza no funciona bien ocurren estas cosas. Creemos que la tecnología y la riqueza nos van a librar de todos los males, pero una economía que no tenga en cuenta la preservación del equilibrio natural, será totalmente vulnerable ante estos golpes”, reitera Valladares.
Proteger la biodiversidad para proteger la vida
Al destruir los complejos equilibrios dinámicos naturales, ponemos en marcha mecanismos que contribuyen a la propagación de enfermedades infecciosas. Algunas de estas alteraciones reducen la abundancia de ciertos organismos, propician la multiplicación de otros, modifican la interacción entre ellos y alteran la relación con sus entornos físico y químico.
Científicos de todo el mundo están conscientes del efecto en la propagación de enfermedades infecciosas emergentes. Detrás del Zika, ébola, fiebre hemorrágica de Marburgo, SARS, MERS y la fiebre del Valle del Rift, está el desequilibrio natural.
Entre los factores que afectan a los reservorios y la transmisión de las enfermedades infecciosas están: la pérdida de especies y sus hábitats, creación de entornos artificiales y la manipulación y comercio de animales salvajes.
Por otro lado, el calentamiento global desempeña un rol doble en estos procesos. Tiene un impacto directo por los daños que causa y, además, amplifica las amenazas que afectan a la biodiversidad, al favorecer la expansión de virus, bacterias o sus vectores, que prefieren ambientes húmedos y cálidos.
El cambio climático también funciona como acelerador de procesos destructivos o amenazas para la biodiversidad. Olas de calor e incendios forestales, por ejemplo, facilitan la aparición de determinadas especies en nuevas áreas, donde pueden llevar enfermedades antes desconocidas o desaparecidas, llamados “virus reemergentes”. Debido al calentamiento global, el hielo de todo el planeta se funde y libera gases, pero también virus de distintos tipos que han permanecido siglos retenidos.
Aplazar lo inaplazable
Organizaciones advierten que la crisis por el Covid 19, puso en riesgo decisiones internacionales necesarias para enfrentar el cambio climático y el colapso de la biodiversidad. El año 2020 iba a ser clave para proteger la biodiversidad pero, lamentablemente, las tres grandes conferencias mundiales en las que se abordarían estos temas, también fueron afectadas por esta crisis.
La Conferencia de Naciones Unidas (COP26) de la Convención Marco sobre Cambio Climático (UNFCCC), en la que se debe avanzar en las medidas para garantizar el cumplimiento del Protocolo de París, fue reprogramada para noviembre de 2021.
También fue retrasada la COP 15 del Convenio de Diversidad Biológica, prevista para octubre. En ella se deben establecer las metas de conservación de la biodiversidad para la próxima década.
Al parecer solo se mantendrá la 75ª Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre. Y con ella, la Cumbre sobre Biodiversidad en la que jefes de Estado deben adoptar una declaración sobre la década de la biodiversidad y revisar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados.
El lógico retraso supone el riesgo de posponer la necesaria toma de decisiones para abordar estos retos. Pero ahora, más que nunca, es necesario mantener la acción multilateral para adoptar nuevas políticas de protección de la biodiversidad para la próxima década.
El temido rebote
Debido a la crisis financiera y social que está dejando la pandemia, se espera un lógico efecto rebote en los primeros momentos de recuperación de la economía, especialmente. En este sentido, analistas temen que la post pandemia lleve a una aceleración de las actividades y la producción a costa de la degradación del entorno.
Podría presentarse un repunte de las emisiones de CO2, si el plan de recuperación post Covid 19 contempla un crecimiento a cualquier precio, beneficiando principalmente a las industrias contaminantes.
La pandemia y sus consecuencias dejan enseñanzas como el valor de los servicios que presta la naturaleza. La polinización, el control de las especies invasoras o la regeneración natural de las aguas, son acciones con claro efecto económico. Por ello, proteger la biodiversidad termina siendo la inversión más rentable.
Hacernos más fuertes
Proteger la biodiversidad es la garantía para prevenir futuras pandemias y hacernos más fuertes frente a las que vengan. La naturaleza nos protege y por lo tanto, hay que cuidarla. Invertir esfuerzos y recursos para garantizar la transición ecológica y el cambio del actual modelo, significa invertir en un planeta más sano y resiliente.
Las acciones contenidas en el Acuerdo de París son un punto de partida, pero no es suficiente. Estas medidas deben ser aceleradas para recuperar la economía, pero sin olvidar la transición energética en favor del planeta.
Oportunidad para un mejor futuro
Todo indica que esta crisis es una oportunidad para el cambio. Nuevas acciones y formas de vida durante la cuarentena como el teletrabajo, las videoconferencias, la reducción de viajes, el uso de medios amigables con el ambiente como la bicicleta, entre otras más, son ejemplos y pueden servir de punto de partida para tomar conciencia sobre la importancia de la biodiversidad y contribuir con su protección.
Sirva la crisis para obtener las mejores conclusiones posibles e impulsar una sociedad más sostenible. De no hacerlo, las futuras pandemias serán más frecuentes, podrían propagarse de forma más rápida y tener una mayor repercusión social y económica.
La vacuna más efectiva ante ésta y otras futuras amenazas, es esforzarnos por mantener una naturaleza sana y en equilibrio.
Con información de Organización Mundial de la Salud, Rebelión e Informe Pérdida de Naturaleza y Pandemias
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