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Visión mercantilista de la naturaleza prevalece en acciones para su conservación

por Haiman El Troudi
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La visión mercantilista y sesgada de la naturaleza, en la que privan los beneficios a corto plazo y el crecimiento económico a toda costa, ha prevalecido en el diseño de las políticas y toma de decisiones para su conservación, hecho que contribuyó a agravar la crisis de biodiversidad que hoy vive nuestro planeta.

Esta es una de las conclusiones más relevantes de un estudio científico publicado en la revista Nature, a principios de agosto de este año, en el cual señalan que la infravaloración de la naturaleza es la base de la crisis ambiental a la que nos enfrentamos.

Resalta el trabajo la frecuencia con que, en la toma de decisiones en materia de conservación, se han marginalizado los valores que las comunidades locales y los pueblos indígenas le otorgan a la naturaleza (sociales, culturales y ecológicos, etc.) quienes, en muchos casos, han asegurado la protección de la biodiversidad de sus territorios. Como ejemplo de las políticas de preservación de la biodiversidad refieren la expansión de las redes de áreas protegidas que a menudo, en opinión de los autores, han dado prioridad a conjuntos limitados de valores de la naturaleza basados en el mercado.

Los científicos advierten sobre la necesidad de redefinir los conceptos de “desarrollo” y “bienestar” para lograr un cambio transformador real hacerle frente a la emergencia climática y la crisis de biodiversidad, y alcanzar un futuro de sociedades más justas y sostenibles. Todo ello pasa por reconocer e incorporar las visiones del mundo alternativas, los valores de los pueblos indígenas y las comunidades locales, así como las instituciones que apoyan sus derechos y territorios, lo que permite las políticas más inclusivas con mejores resultados para las personas y para la naturaleza.

Activo económico, fábrica de materias primas

El crecimiento económico a toda costa y los beneficios a corto plazo sin reparar en los daños colaterales que producen el sobreconsumo, y en especial el consumo innecesario de los recursos naturales, son la raíz de la actual crisis climática y de biodiversidad.

“Podría decirse que una ‘crisis de valores’ sustenta las crisis entrelazadas de pérdida de biodiversidad y cambio climático, aparición de pandemias e injusticias socioambientales”, indica el documento publicado en Nature que deriva de los hallazgos contenidos en el informe  presentado en 2022 por la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), que incluyó el análisis de más de 50.000 publicaciones científicas, documentos de políticas y fuentes de conocimientos indígenas y locales.

“La conclusión es que la naturaleza está infravalorada. Se está infravalorando constantemente y lo poco que se valora es aquello que pasa por el mercado, pero eso es una ínfima parte de su valor global. Hay muchos valores que no se pueden convertir en producto. El problema ha sido dejar todo esto al albur del mercado”, ha dicho el autor principal del artículo Unai Pascual, quien es investigador del Centro Vasco para el Cambio Climático.

Sobre la infravaloración de la naturaleza Pascual, quien formó parte de los científicos que trabajaron en el estudio del IPBES, añade “gran parte de la responsabilidad recae en quienes tienen mayor poder de influencia a la hora de establecer una serie de valores prioritarios”. El investigador atribuye a las estructuras de poder la mayor responsabilidad de mantener y apuntalar “ideas de desarrollo asociadas con un modelo económico capitalista o neoliberal. Este tipo de actores buscan el crecimiento perpetuo sin tener en cuenta las posibles consecuencias en el clima y la biodiversidad”.

Las distorsiones del mercado

La contaminación es un asesino silente

Fotografía de Istock.

El estudio aborda la variedad de criterios con los que las personas valoran la naturaleza, más allá del aprovechamiento económico.  Valoración que abarca su uso como espacio recreativo, vital o espiritual. Además, subraya la ausencia de todos estos valores en la formulación de políticas clave ambientales y de conservación.

Otro importante aspecto que destaca el trabajo es la distorsión que presenta el sistema de evaluación y toma de decisiones (sectores público y privado), por la tendencia a traducirlo a valores materiales o monetarios, sin tener en cuenta otra variedad de aspectos de la naturaleza y los servicios ecosistémicos para el bienestar humano. Tambiénla importancia de incluir esas otras valoraciones para abordar la crisis global de la biodiversidad.

Contaminantes atmosféricos amenazan la polinización de los insectos

Tomada de Steemit.

Dos ejemplos ilustran esta distorsión. El primero de ellos señala que para la toma de decisiones políticas se toman en cuenta factores como la degradación del suelo en un territorio o el efecto de la escasez de agua en la productividad agrícola. No así la desaparición de polinizadores, su efecto en las cosechas o el impacto que esa situación tiene sobre los habitantes de la zona, porque no se ha establecido una manera de traducirlo a dinero.

El sistema de compensación de carbono es el segundo ejemplo. Establecido a partir del Protocolo de Kioto, con el objetivo de imitar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) según las metas individuales acordadas por los países industrializados, ha creado situaciones paradójicas. Particularmente la reforestación de bosques, uno de los pilares de este mecanismo, donde ha privado, en algunos casos, el monocultivo de especies de árboles que retiran mucho carbono, sin tener en cuenta el impacto en la biodiversidad.

Propuestas para el cambio necesario

Ciclo de agua se está alterando más rápido por el cambio climático

El primer paso para afrontar ambas crisis ambientales, plantean los autores, implica romper con la concepción dominante de “progreso”, “desarrollo” y “bienestar” bajo las premisas de los beneficios a corto plazo y el crecimiento económico continuo a toda costa.

Para lograr este cambio transformador que devenga en futuros más justos y sostenibles, el estudio identifica cuatro “enfoques centrados en valores” que pueden fomentar las condiciones necesarias:

Reconocer la diversidad de valores respecto a la naturaleza

Incorporar esos valores diversos a la toma decisiones en todos los sectores

Reformar las políticas y marcos institucionales

Cambiar las normas sociales para respaldar los valores alineados con la sostenibilidad (el cuidado, la solidaridad, la responsabilidad, la reciprocidad y la justicia, tanto hacia las personas como hacia la naturaleza).

 

Con información de Revista Nature, Centro Vasco para el Cambio Climático y Climática


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