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Francisco Carreño y su amorosa pasión por nuestro patrimonio cultural

por Haiman El Troudi
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El amor por nuestra música, tradiciones y manifestaciones populares signaron la vida de Francisco Carreño. El ilustre margariteño asumió con pasión el estudio, preservación y difusión del patrimonio cultural de Venezuela.

Su legado va más allá de las 400 composiciones que integran su prolífica y diversa obra que muestra la riqueza de los géneros musicales propios de nuestro país: valse y merengue venezolanos; contradanza y gaita zulianas; joropo, pasaje, golpe, tonada y polo. Las más conocidas son La Sapoara (Por comer zapoara, nombre orginal); Mi Islita, Pélate Coco, Se me enfrió el guarapo, Quisiera estar junto a ti (o Ay, trigueña).

A ella se suman las numerosas recopilaciones de cantos populares que realizó durante sus viajes de investigación para conocer, de primera mano, el acervo cultural en las distintas regiones (Oriente, Guayana, Occidente, Andes, Zulia y Central) e iniciados en su tierra natal, la Isla de Margarita, estado Nueva Esparta. Destacan La Burriquita, Chimichimitos, El Chiriguare, Maremare, Pájaro Guarandol, La Sirena, entre otras, expresiones características de las llamadas Diversiones Orientales, cuyo origen remonta a rituales de nuestros pueblos originarios.

La investigadora Sonia García, en un trabajo sobre los aportes de Francisco Carreño, da cuenta de la importancia de su contribución para el estudio y valoración de la música y tradiciones venezolanas. Escribe: “Su acción pionera en la investigación, recopilación, estudio, sistematización y difusión del patrimonio cultural del país llegó a todo tipo de público a través de escuelas, universidades, clubes, teatro, prensa, radio y televisión” que existieron en su época. Cursos, festivales, conciertos, discos, creaciones musicales, cuentos, artículos, compilaciones, métodos para aprender cuatro, sirvieron para difundir su legado.

La sonoridad de Margarita y una familia musical

Francisco Antonio Carreño nació el 09 de marzo de 1910 en Porlamar, hoy capital del Municipio Mariño, estado Nueva Esparta. Creció bajo los cuidados amorosos de una familia de músicos.

Los cantos de su abuela Mauricia, a quien llamaba cariñosamente Güicha, quien además tocaba la guitarra, influyeron significativamente en la vocación musical de Francisco y de su hermano Inocente Carreño, considerado uno de los compositores venezolanos más importantes del siglo XX.

Aprendió a tocar el cuatro, instrumento que lo acompañó hasta el final de sus días, con sus tíos maternos Nicolás y Regino a temprana edad. A los 9 años ingresa la Banda Luisa Cáceres de Arismendi, dirigida por el maestro Lino Gutiérrez, quien lo enseña a leer música y lo inicia en el solfeo. En la agrupación musical Francisco Carreño tocó los platillos y fue primer corno. También cantaba en la iglesia.

Siendo todavía un niño y para contribuir con la economía familiar tuvo que realizar mandados, actividad que alternaba con la elaboración de papagayos (voladores, papalotes, cometas o volantines). Además, hacia figuras de peces y de otras alegorías características de las Diversiones Orientales, en las que solía participar. Expresiones culturales que recopiló, difundió y logró incorporar a los programas escolares a mediados del siglo XX.

Caracas recibe a los hermanos Carreño

Los hermanos Francisco e Inocente Carreño, de 22 y 12 años de edad respectivamente, llegan a la Caracas de los techos rojos en noviembre de 1932. Partieron de la Isla de Margarita bordo de un barco de dos velas que se llamaba la Flor de María y el viaje, desde Porlamar hasta La Guaira, duró 8 días.  Amadora María Carreño, la madre, Remedios del Valle y Judith, sus hermanas, y Juan Bautista, el hermano, los acompañarían después.

Ya en la capital trabaja en una zapatería con su hermano Inocente. Ambos conforman un dúo de guitarras con el que daban serenatas y actuaban en salas de teatro y programas radiales, interpretando temas del repertorio popular venezolano y latinoamericano. También acompañaban el canto de sus hermanas Remedios y Judith, de 9 y 7 años de edad.

Ingresa a en la Escuela de Música y Declamación de la Academia de Bellas Artes de Caracas – conocida posteriormente como Escuela Superior de Música, hoy Escuela de Música José Ángel Lamas – dirigida por el maestro Vicente Emilio Sojo.  Allí educó su voz de tenor bajo la guía del profesor Fernando D’Angeli; cursó teoría y solfeo, cornetín y composición con Federico Williams, Pedro Antonio Ramos y Primo Moschini, respectivamente. Abandona la academia inducido por el amor a la música popular y su espíritu rebelde.

Gracias a las actuaciones en las emisoras de radio y participación en los actos de la Escuela Martín J. Sanabria, donde estudiaban las hermanas, Francisco Carreño obtiene un puesto de enseñanza musical. El sueldo de 75 bolívares quincenales le permitió dejar el oficio de zapatero. También a su hermano Inocente, quien se desempeñaba como encargado del archivo musical de Radiodifusora Venezuela, copiaba partituras y hacía arreglos para orquesta.

Estudiar, preservar y difundir el patrimonio cultural

En 1948 Francisco Carreño es partícipe de dos importantes acontecimientos para la difusión del patrimonio cultural venezolano. Ese año, el escritor y poeta Juan Liscano, a petición del entonces ministro de Educación, Luis Beltrán Prieto Figueroa, asume la creación del Servicio Nacional del Floklore y la organización de una gran fiesta cultural en la que tuvieran cabida todas las expresiones populares tradicionales del país.

La Fiesta de la Tradición, histórico reconocimiento a la diversidad cultural

Carreño fue responsable de la dirección musical “La Fiesta de la Tradición” , realizada en Caracas los días 17 y 18 de febrero de 1948, como parte de los actos de toma de posesión del presidente Rómulo Gallegos, electo en las primeras elecciones democráticas, universales y secretas realizadas en Venezuela. Evento que reunió, por primera vez, las más diversas manifestaciones culturales del país, mostró la relación entre tradición y modernidad, historia, contexto social e imaginarios políticos.

La Fiesta de la Tradición, histórico reconocimiento a la diversidad cultural

Diario El Universal

También correspondió al músico y compositor margariteño seleccionar las manifestaciones del Oriente venezolano junto a Nicanor Fariñas, originario de la región. En Cumaná se contactaron las agrupaciones que interpretaban el Pájaro Guarandol y El Sebucán, y en San Antonio del Golfo, El Chiriguare. La otra zona oriental escogida fue la Isla de Margarita con el baile de El Carite.

Liscano y Carreño, por separado, habían recorrido el país para investigar las diversas expresiones de la cultura popular tradicional venezolana.

El Servicio Nacional del Floklore

A finales de 1948, Francisco Carreño es designado como director del Servicio Nacional de Investigaciones del Ministerio de Educación, luego que Juan Liscano se separa de la institución tras el derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos. “Comienza en él una nueva etapa que cabalgará siempre entre los caminos de la sabiduría popular, más allá de los encadenados golpes de la política y de las distintas facetas militares”, escribió Benito Irady en su columna ‘Del país profundo’.

El archivo del servicio creció durante su gestión y en 1953, el propio Carreño señaló que disponían de setecientos aires musicales recopilados directamente de sus cultores y de ochenta piezas de curanderismo que prometió publicar, pero no pudo hacerlo pues hubo cambios en la institución, que cambia su nombre por Instituto del Folklore, y Luis Felipe Ramón y Rivera es nombrado director. Aunque le fue ofrecida la subdirección se le ofreció la subdirección a Carreño, cargo que el maestro no aceptó por considerar la acción como despido indirecto.

La Escuela de Folklore

Su salida del organismo marca el inicio, en 1953, de la Escuela de Folklore, creación de Francisco Carreño y en la sistematizó la enseñanza de música tradicional venezolana, a la que se dedicó de lleno.

La institución fue adscrita, en 1959, al Ministerio de Educación con el nombre de Escuela de Folklore Francisco Carreño y permanece bajo su dirección hasta que es separado del cargo durante el gobierno de Rómulo Betancourt.

Sobre esa época de persecución ideológica, encarcelamiento y tortura escribió su hermana Judith Carreño:

“Francisco desde 1962 vivió la experiencia dura y amarga de la persecución ideológica…tuvo un fin injusto y trágico. Su pensamiento social, su convicción política, contraria a la doctrina del gobierno de esa época, le llevó a vivir alejado de su grupo familiar, pero en esa fría soledad, su espíritu de músico y poeta lo acompañó siempre: escribió nuevas canciones, himnos, copió y armonizó casi todas sus viejas composiciones…y comenzó a sentir los malestares de la esclerosis múltiple que fue paralizando sus piernas y callando su voz, pero no así su mente y sus manos. Escribía mucho y de esta manera se comunicaba con nosotros, los que nunca lo abandonamos…Y el 25 de julio de 1965…a la misma hora, 10:30 p.m., cuando Inocente estaba dirigiendo un concierto en el Teatro Municipal en homenaje a la ciudad de Caracas, Francisco entregaba su alma al Señor en quien siempre creyó…”

 

Con información de:

“Aportes de Francisco Carreño al proceso musical venezolano”. Sonia García, publicado en Academia

“Del país profundo: La pasión venezolanista de Francisco Carreño”. Benito Irady, publicado en Aporrea

Fotos cortesía de Fundación Cultural Fundatrad y Centro de la Diversidad Cultural


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