Aun cuando la práctica de reciclar el plástico en el mundo tiene mucho camino por recorrer, innovadoras buenas prácticas representan una luz en el horizonte. Desde Argentina, Chile y Kenia, emprendedores han desarrollado nuevas formas para procesar el plástico desechado para darle una nueva vida al convertirlo en productos útiles con mayor rendimiento, a menor costo y con equipamiento más sencillo, fabricado por ellos mismos.
Para nadie es un secreto que la relación actual de la gran familia humana con los plásticos está afectando cada vez más a la naturaleza. Esto trae consigo riesgos para la salud y agravamiento de la crisis climática, por lo que es considerada como una emergencia relacionada con el calentamiento del planeta.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), cada año se producen en el mundo más de 400 millones de toneladas de plástico y, un tercio de ellos, se utiliza una sola vez. Además, se espera que la producción se triplique para 2060, y la gran mayoría se desecha pues menos del 10% es reciclado. Producción que implica un proceso intensivo en carbono por el uso de combustibles fósiles para su fabricación.
Se calcula que entre 19 y 23 millones de toneladas acaban anualmente en lagos, ríos y mares, lo que equivale aproximadamente el peso de 2200 torres Eiffel. Sin embargo, si el reciclaje funcionara no se tendría que producir tanto material virgen pues se podría mantener en circulación el existente. Esta es justamente la propuesta de jóvenes innovadores en distintas partes del orbe.
El momento es propicio. Un informe reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) muestra que la contaminación por plásticos puede reducirse en un 80% para 2040, si la humanidad actúa ahora para reutilizarlos y reciclarlos.
Innovadora rotomoldeadora en Chile
En Chile, Sodía Valdivia, joven estudiante de ingeniería en fabricación y diseño industrial de la Universidad Técnica Federico Santa María (USM), desarrolló una innovadora rotomoldeadora simplificada de termopolímeros, que ayuda a mejorar el tratamiento de los plásticos reciclados. Con ello propone experimentar con modelos a escala y reciclar el plástico.
El proceso de rotomoldeo, también conocido como moldeo rotacional, se encarga de transformar el plástico empleado para producir piezas, productos o moldes huecos. Dentro de sus aplicaciones se encuentra la fabricación de tanques de almacenamiento para agua u otros líquidos, contenedores, papeleras, conos de carretera, flotadores, boyas, tanques de combustible diésel, objetos de decoración interior y exterior, iluminación y productos decorativos de alta gama, entre muchas otras. Pero este proceso suele requerir complejos y costosos equipos.
La joven ha señalado que la idea surgió por lo difícil que es trabajar con plástico reciclado, y el proceso de ensayo y error que conlleva. Por otra parte, las máquinas de rotomoldeo son de gran tamaño y el margen de pérdida al hacer estos prototipos es muy grande, especialmente para emprendimientos.
Valdivia diseñó entonces la máquina con el propósito de poder hacer pruebas, principalmente con plásticos reciclados, y poder definir en una menor escala cómo tratar este material o cómo mejorarlo.
Yo reciclo
Dos jóvenes diseñadores industriales, Luciano Bochiccio y Sergio Fasani, en Argentina, se comprometieron desde hace años con el reciclado de materiales y producción de objetos, no solo con la sustentabilidad en la mira sino para apoyar a sectores necesitados. Ya desde su tesis en la carrera de diseño industrial trabajaron en la idea de fabricar productos con plásticos reciclados, usando directamente la molienda de plástico sin mayor procesamiento. Ese planteamiento los llevó a crear el Taller Brotes.
Al evaluar el proceso para reciclar el plástico se percataron que las industrias los trituran y, usando grandes máquinas, les agregan plastificantes, colorantes y aditivos, un proceso nada sustentable. Ellos, en cambio, comenzaron cocinando el plástico en un sartén o en un hornito eléctrico con pequeños moldes y, con base a esa experiencia, decidieron desarrollar sus propias máquinas. Una de las máquinas parece una hormigonera y la otra es una procesadora de tapitas, que quieren colocar en lugares públicos para que las personas puedan hacer su propio reciclado.
Mediante el rotomoldeo han creado exitosamente lámparas, banquitos livianos, triangulares, y tapas para mesas. También han desarrollado la aplicación Yo reciclo que conecta a los vecinos con los recicladores o cartoneros, quienes suelen ser blanco de discriminación y prejuicios.
Su último proyecto se plantea producir armazones para anteojos a partir de tapitas de gaseosa. Tienen entre sus aliados al Hospital Garrahan, que recibe el material a reciclar. Antes de vincularse con este centro acudían a otros proveedores e incluso usaron distintos envases. Pero al cambiar el tipo de plástico debían modificar la temperatura de la máquina constantemente. La alianza con el centro de salud les permite conseguir las tapas y, al mismo tiempo, mantener la finalidad social del emprendimiento, indican los jóvenes.
Composteras recicladas
Este equipo de diseñadores dio forma al Proyecto Mutan con el que crean nuevos productos junto con la tecnología necesaria para transformar los plásticos post-consumo, sin utilizar ningún tipo de aditivo, colorante ni resina. “El desarrollo de nuestra tecnología nos permite optimizar el ciclo de reciclado tradicional y reducimos el consumo de energía y somos más sostenibles con nuestro planeta. Cada día somos más conscientes de la problemática de los plásticos que descartamos y de que tenemos que evitar que terminen enterrados o en el mar”, señalan Bochiccio y Fasani.
Por otra parte, en sinergia con Compostate Bien, empresa que diseña composteras caseras, crearon una hecha 100% con material reciclado. Se trata de la primera en su tipo en Argentina, fabricada cada una con 3.000 tapitas de botellas recicladas, las cuales se funden para lograr la forma.
Las variables principales que quisieron mantener es que sea vertical y que tenga una forma de encastre para que el peso no aplaste los residuos orgánicos, y el proceso de compostar sea más rápido. Otro factor que tuvieron en cuenta es el diseño, logrando que por su estética se llegue a considerar como un elemento decorativo.
Las tapitas de plástico que utilizan son donadas por gente de todo el país a fundaciones, escuelas y cooperativas que éstas venden de forma directa a la industria. Para ellos es de vital importancia trabajar con cooperativas de recuperadores urbanos pues no reciben el material directamente. Así, además de evitar la logística, clasificación y limpieza de los materiales, apoyan a este sector. De esta forma se dedican completamente a la fabricación de productos porque su meta es hacer elementos que perduren en el tiempo.
Ladrillos con plástico reciclado en Kenia
Una fábrica de ladrillos de plástico reciclado fue creada en Kenia por la ingeniera de materiales Nzambi Matee. La iniciativa responde a su interés de dejar de estar al margen mientras las instituciones públicas lucha contra los desechos plásticos en Nairobi, la capital de ese país, ante lo cual creó un producto fabricado al reciclar el plástico que resulta entre 5 a 7 veces más resistente que el concreto.
Matee fundó Gjenge Makers, empresa que transforma residuos plásticos en materiales de construcción duraderos. Fue más allá y diseñó las máquinas que producen los ladrillos en su fábrica.
La ingeniera obtiene volcados de plástico de polietileno y polipropileno de alta y baja densidad de las plantas de envasado locales de forma gratuita. Con ellos produce una variedad de adoquines después de que el polímero plástico se calienta y se mezcla con arena.
El resultado es una línea de materiales de construcción versátiles prensados a través de una máquina hidráulica en diferentes espesores y variedad de colores. En la actualidad la empresa cuenta con un equipo de más de 100 personas ayudando a producir alrededor de 1.500 ladrillos diarios. Además, ha reciclado unas 20 toneladas métricas de residuos plásticos desde su fundación en 2018.
Lámparas, macetas y más en Argentina
También en Argentina, Josefina Diez, licenciada en gestión ambiental, creó MarSinPlast, emprendimiento que promueve la educación ambiental y busca resolver el problema de los residuos plásticos de un solo uso, transformándolos en productos con valor, útiles y duraderos. El proyecto nació en 2020 y ya ha reciclado más de 10 mil kilos de este material. Así producen diferentes productos con poliestireno reciclado, proveniente principalmente de envases de champú, tapas, envases de productos de limpieza, de alimenticios y bidones.
Al reciclar el plástico producen desde bebederos y comederos para mascotas, macetas de distintas formas y tamaños, hasta llaveros. Recientemente fabrican lámparas para interiores de distintos colores y formas mediante el Proyecto luz.
El proceso consiste en triturar tapas y envases, luego colocarlas en moldes de acero inoxidable que llevan a un horno para derretirlo y obtener, mediante una plancha, placas de plástico reciclado que sirven para hacer productos de diseño, desde llaveros hasta grandes macetas.
MarSinPlast busca darle una segunda oportunidad a la basura y demostrar que otro mundo es posible, apostando a la economía circular y a la educación ambiental para concientizar a más personas sobre el reciclaje y el cuidado del ambiente.
Plásticos de alto rendimiento con desechos
En general, los plásticos son macromoléculas o polímeros sintéticos que se producen por una reacción química, los cuales se pueden clasificar por su desempeño y costo. Los plásticos commodities son los de uso masivo y bajo precio, a diferencia de los plásticos técnicos o materiales poliméricos que son materiales de muy buen desempeño.
Estos últimos juegan un importante papel tanto en aplicaciones industriales como en el ámbito comercial, ocupando espacios donde los plásticos estándar o materiales más tradicionales no son suficientes. Debido a sus características estos materiales tienen mejor desempeño que los plásticos comunes, por lo que suelen utilizarse en procesos que exigen un alto rendimiento. Incluso, por sus particulares cualidades mecánicas y/o térmicas, pueden llegar a reemplazar a otros materiales como la madera o el metal.
Las innovadoras propuestas de estos y otros emprendedores que trabajan en el reciclaje del plástico, convierten el más común y usualmente de baja resistencia, en un material con un mejor desempeño. Al reciclar el plástico no solo se ocupan de los desechos, sino que los vuelven un elemento novedoso, de mayor calidad y perdurable en el tiempo, rompiendo con la cadena antivalor de los plásticos de un solo uso.
Con información de El Observador, Mool Rotomoldeo, La Nación, Good News Network, Todo Noticias (TN) y Mar sin plástico