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La voz sin lastres de Enriqueta Arvelo Larriva

por Haiman El Troudi
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La voz sin lastres de Enriqueta Arvelo Larriva

Allí, donde confluyen el Llano y la Cordillera Andina, en Barinitas, brotó la voz de Enriqueta Arvelo Larriva y desde la profundidad del alma, se alzó para unirse al viento, recorrer la sabana, colarse por las finas rendijas, estremecer los árboles, alborotar la arena, hacer pliegues en el río y trascender la tierra que la vio nacer con su verso libre de ataduras, emancipado frente a la rigurosidad de los preceptos literarios, la visión patriarcal y religiosa vigentes en la segunda década del Siglo XX.

 

La voz sin lastres de Enriqueta Arvelo Larriva

Retrato al carboncillo de Alfredo Rodríguez, Ateneo de Barinitas.

 

Enriqueta Arvelo Larriva fue la primera mujer que asumió el privilegio de su propia voz, sutil, profunda y llana, iluminando el devenir de la poesía venezolana en su camino a la modernidad, con una obra poética que revela una aguda intuición artística y provoca un deleite interior que anima a continuar la lectura para prolongar el goce.

 

Brota firme, honda, motorizada,

porque mi corazón ablandó su semilla.

Es una voz profundamente mía,

más la daré sin sacrificio.

Huele a cedro mi voz bienvenida

y se alza en un pliegue.

Ella –qué novedad- me dará un gozo bravo

la sembraré en el montón sordo.1

 

En sus propias palabras: “(…) buena o mala, voz es lo único que he tenido” 3. Con ella irrumpió en la lírica nacional y  avanzó indemne, con paso perseverante, más allá de la muerte, con poemas que son “vida con su savia de instantes”.

 

Toda la mañana ha hablado el viento

una lengua extraordinaria.

He ido hoy en el viento.

Estremecí los árboles.

Hice pliegues en el río.

Alboroté la arena.

Entré por las más finas rendijas.

Y soné largamente en los alambres.

Antes  – ¿recuerdas?-

Pasaba pálida por la orilla del viento. Y aplaudías. 2

De la prosa a la poesía emancipada

La voz sin lastres de Enriqueta Arvelo Larriva

 

Comenzó a escribir prosa desde muy temprano, en la adolescencia,  y en los años 20, animada por  su abuela materna “mamá Florinda” y su tía Atilia Torrealba, quien le enseñó las reglas básicas de la versificación, debutó en la poesía.

Ya su hermano Alfredo Arvelo Larriva había sembrado en su alma, “esa agónica sed de los poetas, que ven pasar el río y no mojan sus labios, sino que van al fondo a rescatar luceros”, como expresó el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa.

La poetisa Enriqueta sentía gran admiración por su hermano Alfredo, poeta y periodista, fundador de las revistas Hoy Sábado y Sagitario, esta última junto al escritor y periodista Jesús Semprum, y el rotativo El Otro. Fue colaborador del semanario Lectura Semanal, dirigido por el poeta, novelista y ensayista José Rafael Pocaterra.

En sus primeros versos, los “giros emancipados” asoman la búsqueda interior de su propia voz, totalmente ajena al mimetismo establecido, que encuentra y asume con soltura, al igual que su femineidad, iniciando su viaje por “la escritura sin reglamento,  como se refería su forma de (a)bordar la poesía.

“No me labré intelectualmente en ninguna parte (…) Preso mi hermano, empecé muy jovencita a escribir páginas en prosa, casi todas en torno a esa pena, la primera de mi vida, y, en el año 22, (…) rompí a escribir versos que llevaban bastante música vieja, pero en los que asomaban ciertos giros emancipados, pues abandonaba la música cercada (…) que no se me brindaba capaz para lastrarse con todo mi pensamiento. Cada día me fui desentendiendo más de los viejos ritos (cosa que deploraron altamente mis animadores de entonces), y el año 30 ya escribía sólo por mi cuenta» 2.

Enriqueta es Barinitas

La voz sin lastres de Enriqueta Arvelo Larriva

Vista aérea de Barinitas, ciudad donde confluyen el Llano y la Cordillera Andina.

 

Nació, el 21 de marzo de 1886, y vivió en Barinitas hasta 1948, año en que se traslada a Caracas, ciudad que la acogió y donde permaneció hasta su muerte, el 10 de diciembre de 1962, a los 76 años.

“Mujer de lejanías y de fuegos cercanos, Enriqueta fue Barinitas, entre monte y llano (…) alta, orgullosa, tímida, frágil y fuerte al mismo tiempo, en soledad de patios y aposentos y en el cultivo cotidiano del amor a las cosas más sencillas: el helecho colgante, el olor del follaje y de la tierra después de las primeras lluvias, ese amor a Knut Hamsun (Pan) por lo de bosque y ardilla y rama seca. Toda esa infinita capacidad de oler y de tocar que hace a un poeta”,  expresó sobre ella el escritor barinés Orlando Araujo.

 

La voz sin lastres de Enriqueta Arvelo Larriva

Plaza Páez, Barinitas, estado Barinas, Venezuela.

 

La literatura, en particular la poesía,  fue natural en su vida a pesar la lejanía y ruralidad de su pueblo natal, creció en una familia amante de la cultura, de las artes. Desde niña, fue la tercera de cinco hermanos y prima del poeta Alberto Arvelo Torrealba, interactúo con intelectuales, escritores, poetas. Lisandro Alvarado fue asiduo visitante de la “casa alegre” de su niñez, como ella la describió en una entrevista que el periodista Lorenzo Tiempo le hizo en 1949 para el Papel Literario de El Nacional.

Lectora voraz desde muy pequeña y vehemente autodidacta de los clásicos españoles, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila y de los versos del poeta nicaragüense Rubén Darío, publicados por los periódicos de Caracas.

“Lee los libros de la casa, los de su hermano, los que a él y a ella les envían y los que ella, en la precariedad cultural y económica de la ruralidad de la Venezuela de su tiempo y de su lejana Barinitas, logra conseguir”, escribió Luis Alberto Angulo.

Más allá de la lírica

La voz sin lastres de Enriqueta Arvelo Larriva

 

Enriqueta Arvelo Larriva también escribió dentro el género epistolar y del artículo periodístico. Mantuvo una hermosa y estrecha relación epistolaria con las poetisas chilena, Gabriela Mistral, y la uruguaya, Juana de Ibarbourou.

Su ingenio y el exquisito valor de sus cartas, cuya producción inició para comunicarse con su hermano preso, fue destacado por el poeta Udón Pérez, quien publica el 15 de junio de1908, cuatro sonetos dedicados a las hermanas Arvelo en la revista El Cojo Ilustrado.

Fue articulista del diario El Nacional entre 1960 y 1962, donde abarcó temas que motivaban su opinión y valoración, desde reseñas sobre novedades editoriales de nóveles y consagrados autores, hasta momentos y hechos del acontecer político. Al inicio escribió bajo el seudónimo Santica Luzardo y posteriormente, firmó con su nombre.

Del género periodístico destaca, entre otras, la nota biográfica “Alfredo Arvelo Larriva – Noticias de su Vida y su Obra”, escrita en 1949,  a propósito de la repatriación de los restos de su hermano, quien había muerto en Madrid el 13 de Mayo 1934, ciudad en la vivió desde 1928, luego de su exilio de Venezuela.

 La vida y la savia

La voz sin lastres de Enriqueta Arvelo Larriva

 

“Voz aislada” es el primero de sus poemarios que se publica, en 1939, pero el segundo que escribe y que contiene los versos de la década de los 30,  segunda etapa de su evolución creadora.

Su primer compendio de poemas, “Cristal nervioso”, escritos entre 1922 y 1930, obra con la que obtiene el premio en el Segundo Concurso Femenino Venezolano, promovido por la Asociación Cultural Interamericana, fue publicado en el año 41.

Después vinieron “Poemas de una pena” (1942), en homenaje a su padre; “Mandato del canto” (1957)  por el que recibe el Premio Municipal de Poesía, en 1959,  conforme al veredicto de los poetas Ida Gramcko, Juan Liscano y Carlos Augusto León, miembros del jurado.

“Poemas perseverantes”, su obra póstuma publicada en 1963, recoge una selección de los poemas  escritos entre 1947 y 1960, encontrados entre sus papeles, posterior a su muerte.

Maravillosa soledad

La voz sin lastres de Enriqueta Arvelo Larriva

 

La soledad la acompañó enriqueciendo y profundizando su evolución creadora. Sobre ella manifestó en una entrevista: “La soledad no fastidia. Mi soledad desde luego, es maravillosa (…) Además me gustan muchas cosas que no son soledad. Los periódicos, el béisbol, la política de todas partes. Y sobre todo la gente de mi pueblo que siempre está en mi vida”.

Quienes la conocieron, entre ellos Julián Padrón, Pálmenes Yarza y Alfredo Silva Estrada, resaltan su sencillez, su “conversación chispeante e inteligente” y su “adecuada mesura”.

Hizo suyos el Llano y el piedemonte andino y transfiguró el paisaje: sábana, montañas, ríos, árboles, flores, pájaros… se hicieron versos y como el agua viva, “clara e inquieta”, brotaron de su alma, de la profundidad de su psiquis, como un cristal nervioso.

Su obra poética, sin lugar a dudas, es esencia de lo afirmativo venezolano, trascendió el Llano barinés, hizo de Venezuela su casa y se transformó en patrimonio de la poesía universal.

 

Ella no es la flor sino la ojiva de la flor.

No es el arco, sino la respiración de la piedra.

No es gota de rocío, sino la palpitación de la luz.

No es huella distante de la luz, sino la impronta del alma.

No es ventanilla nasal, sino escogencia y latitudes de aroma.

Se apercibe de propio tacto en la más absoluta delicia.

Se declara total en página y encarnaduras de lo blanco.

VENEZUELA ES SU CASA.

 Ana Enriqueta Terán. “Venezuela es su casa”, homenaje a Enriqueta Arvelo Larriva.

 

Con información de Enriqueta Arvelo Larriva Blog, Revista Poesía, LetraliaPoetas del Siglo XXI

Ilustración de Lorena Almarza

Referencias:

  1. Presentación de mi voz nueva (poema)
  2. Toda la mañana ha hablado el viento (poema)
  3. Carta dirigida a Julián Padrón, de fecha 21 de julio de 1939, publicada en “Enriqueta Arvelo Larriva (1976) Antología poética”. Caracas. Monte Ávila

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4 comentarios

Juan José agosto 9, 2019 - 8:12 am

Excelente reseña compadre

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Yolan marzo 21, 2021 - 11:10 am

Hermosa lectura de la vida de una mujer hermosa. Como diría mi tío abuelo, Augusto Mijares, es una buena representación de lo afirmativo venezolano.

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Haiman El Troudi marzo 22, 2021 - 1:03 pm

Muchas gracias! Nos alega saber que nos lee.

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Haiman El Troudi marzo 24, 2021 - 3:41 pm

Saludos, muchas gracias.

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