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Los efectos del cambio climático en el turismo y viceversa

por Haiman El Troudi
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El turismo es uno de los sectores más vulnerables al cambio climático el cual, a su vez, contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero, una de las causas del calentamiento mundial.

La crisis climática ya podría estar generando cambios en el comportamiento del turismo, rediseñando el mapa de los destinos globales debido a factores como el incremento de las temperaturas, que amenaza la existencia de algunos lugares.

El aumento de las tormentas y del nivel del mar; el derretimiento de los glaciares y la degradación de los ecosistemas, ponen en riesgo zonas cuya belleza natural atrae a millones de visitantes cada año. Más allá de la preocupación ambiental, esto también tiene implicaciones económicas y culturales para las comunidades que dependen del turismo.

Lugares como las Maldivas, el Kilimanjaro, las islas del Pacífico, Venecia y otros destinos se enfrentan a la probabilidad  de desaparecer o sufrir daños irreversibles. Ante esta perspectiva, es vital y urgente acelerar la acción por el clima en el turismo para lograr la resiliencia del sector.

Coolcations en España

Parte de las consecuencias del cambio climático se evidencian en noches calientes, playas con menos arena y sequías. En España, por ejemplo, esta situación podría estar llevando al desplazamiento de turistas hacia destinos con temperaturas más moderadas en verano.

Así, se ha empezado a popularizar el término coolcations, un juego de palabras del inglés entre “cool” (fresco) y “vacation” (vacaciones), que hace referencia a la búsqueda de destinos con un clima menos caliente.

Si bien tras la pandemia del Covid se está viviendo un momento de euforia turística, el problema será más determinante a partir de la próxima década, por lo que es necesario que el sector emprenda desde ahora la reconversión y adaptación al cambio climático.

Pero el aumento de temperatura no es el único efecto. También habrá más fenómenos extremos como tormentas o inundaciones, también se acentuará la subida del nivel del mar y la regresión de las playas. Además, se incrementa la temperatura del mar. El Mediterráneo marcó, en 2023, récords históricos. Esto hace menos agradable el baño y aumenta la probabilidad de que lleguen medusas y a su vez incide en la formación de borrascas en la costa.

Otro riesgo es la expansión de plagas e insectos originarios de climas más cálidos, como el mosquito tigre, vectores de enfermedades como el dengue o el virus del Nilo. Se suma el impacto de la sequía que amenaza con reducir el uso lúdico del agua. Al mismo tiempo, el turismo cultural en Madrid, Sevilla o Córdoba, por mencionar algunas, las cuales padecen con intensidad el efecto isla de calor, también puede verse afectado. Asimismo, impacta el turismo de nieve.

¿Preocupación u oportunidad?

 

Ahora bien, esta situación puede ser vista como oportunidad en una en lugar de como una preocupación. Frente a un panorama cambiante, expertos destacan la importancia de adaptar los destinos a situaciones con mayores temperaturas y falta de agua. Para ello los espacios urbanos deben llenarse de árboles, refugios climáticos en edificios públicos y mayor presencia de agua, o fuentes públicas.

Por otra parte, consideran que un futuro con menos turistas no es tan malo y plantean planificar la transición hacia un modelo económico distinto, en lugar de seguir apostando a atraer el mayor número de visitantes.

En este sentido, han alertado que las recientes manifestaciones contra la masificación turística, en Canarias o Baleares representan una advertencia de que algunos lugares ya han superado su capacidad de carga.

Fenómenos climáticos afectan al turismo

La crisis climática representa una amenaza para muchos paradisiacos destinos. Fenómenos climáticos como inundaciones, huracanes y sequías también generan severos impactos en los sitios turísticos.

El problema también influye en la generación de empleo en cada localidad, que tiende a desaparecer. En ciudades y regiones que viven exclusivamente del turismo se impacta toda la cadena.

Un ejemplo se puede ver en las recientes inundaciones que devastaron el estado de Rio Grande do Sul, en Brasil, que provocaron importantes pérdidas de vidas y bienes materiales. Pero, además, el lugar se verá afectado por la disminución de turistas. Esta situación no solo representa una alerta sobre la vulnerabilidad de zonas costeras y fluviales, sino que refuerza la importancia de acciones coordinadas para reducir los efectos del calentamiento global. Pero, si no se implementan políticas públicas con urgencia, el pronóstico no es alentador.

En el caso de Rio Grande do Sul, el 53% de los atractivos públicos del estado resultaron dañados por las lluvias. En el sector privado el impacto fue del 77%.

Destinos turísticos paradisíacos en peligro de desaparecer

 

Según un estudio realizado en 2022 por la Unesco en colaboración con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), algunos sitios considerados patrimonio de la humanidad desaparecerían en 2050, incluyendo glaciares, playas, islas y montañas de varios continentes.

Las Islas Maldivas y las del Pacífico, entre los destinos más codiciados por los turistas que quieren disfrutar de aguas turquesas y arena blanca, podrían desaparecer en el 2100, según proyecciones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). El informe «Ocean, Cryosphere and Sea Level Change«, señala que el nivel del mar aumentará en 2050 entre 0,18 metros y 0,77 metros. Mientras otro estudio, publicado en la revista Science Advances, realizado por el Servicio Geológico de Estados Unidos, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica y la Universidad de Hawái, mostró que la región podría volverse inhabitable ya en 2060.

El trabajo reveló que las Islas Carolinas, Cook, Gilbert, Line, las Islas de la Sociedad, las Islas Spratly, las Seychelles, las Islas del Noroeste de Hawái, la Polinesia Francesa, Tuvalu y otros islotes del Pacífico también corren el riesgo de quedar sumergidas en los próximos cuarenta años.

Otro destino que atrae turistas y es susceptible al cambio climático y a una posible desaparición es Venecia, en Italia. La ciudad ya está sufriendo a causa del turismo de masas, las inundaciones e incluso la sequía. En 2023, la Unesco recomendó que se añadiera a la lista de sitios patrimoniales en peligro, aun así, quedó fuera.

Turismo invernal en peligro

Regiones montañosas y turísticas de invierno se afectarán también en los próximos años. Incluso algunos destinos ya están produciendo nieve artificial y podrían cerrar, pues la reducción de la capa de nieve ya está afectando a las zonas de esquí de Estados Unidos y de los Alpes.

El estudio de la Unesco mostró que glaciares situados en 50 sitios de Patrimonio Mundial están retrocediendo a un ritmo alarmante desde el 2000, por las emisiones de CO2. Estos glaciares están perdiendo 58.000 millones de toneladas de hielo anualmente, lo que equivale al consumo anual de agua de Francia y España combinados, y contribuye con cerca del 5% al aumento global del nivel del mar.

Entre los que podrían desaparecer en las próximas décadas están:  Parque Nacional Kilimanjaro, en Tanzania y Monte Kenia (2050); áreas protegidas de los Tres Ríos Paralelos de Yunnan, China; glaciares del Tien-Shan occidental, en la región fronteriza entre Kazajstán, Kirguistán y Uzbekistán, así como los de los Pirineos y los Dolomitas. También en Latinoamérica corren riesgo de desaparecer los glaciares del Parque Nacional Los Alerces, en la Patagonia, en Argentina; los del Parque Nacional Huascarán, en Perú; pequeñas zonas de glaciares del Parque Nacional de Yellowstone, en Estados Unidos; así como los del Parque Internacional de la Paz Waterton Glacier, situados entre Canadá y Estados Unidos y los de Te Wahipounamu, en Nueva Zelanda.

El aumento de las temperaturas globales y el derretimiento de los glaciares amenazan a los destinos y también afectan directamente los medios de vida de las comunidades. El cambio climático no sólo afecta a las actividades como el montañismo y el esquí, sino también a los ecosistemas y paisajes que atraen a los visitantes. Además, la falta de agua derivada del derretimiento del hielo puede provocar una escasez de recursos hídricos, afectando a hoteles, complejos turísticos y otras infraestructuras.

¿Hay solución?

Desde hace algún tiempo se ha reiterado que una de las principales medidas para frenar el cambio climático es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, principales responsables del calentamiento global.

Esto se puede lograr mediante la adopción de fuentes de energía renovables como la solar y la eólica, así como la promoción de prácticas sostenibles en sectores como el transporte y la agricultura, sin embargo, parece no existir la suficiente voluntad para afrontar estas medidas.

Además, la adaptación de las ciudades y regiones turísticas a las nuevas realidades climáticas es fundamental. Éstas deben evaluar sus características territoriales e identificar las zonas más expuestas a los eventos climáticos. Es necesario además que las autoridades locales comprendan las amenazas específicas a las que se enfrentan, ya sea el aumento del nivel del mar, tormentas más intensas o sequías prolongadas.

A partir de este análisis, se podrían implementar soluciones basadas en la naturaleza, como el restablecimiento de marismas y manglares, la recolección de agua de lluvia y la reforestación.

Acción urgente por el clima y el turismo

La pandemia de Covid-19 llevó a una reducción del 7% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero en 2020, lo que deja una referencia tangible de la magnitud del esfuerzo por hacer para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, que exige una reducción de las emisiones justamente en torno al 7% anual durante esta década.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) refiere que, entre agentes turísticos crece el consenso en cuanto a que la futura resiliencia del turismo dependerá de que sea capaz de tomar la senda de las bajas emisiones de carbono y reducirlas en un 50% de aquí a 2030.

Ya en un estudio de ONU Turismo y el ITF, presentado en diciembre de 2019 durante la COP25 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se preveía que las emisiones de CO2 correspondientes al turismo aumentarían al menos un 25% para 2030. Ante esta proyección, se hace urgente escalar la acción por el clima en el turismo.

En este sentido para avanzar hacia un turismo de bajas emisiones y lograr que el sector contribuya a los objetivos climáticos internacionales, la organización alienta a reforzar la medición y la comunicación de los datos de las emisiones de CO2 del turismo; acelerar la descarbonización de las operaciones turísticas y comprometer al sector turístico en la eliminación de carbono.

 

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