Cuatro años le tomaría a Martín Tovar y Tovar visualizar su colosal obra en el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo. Desde principios de 1884, cuando viajó a la sabana donde había tenido lugar la Batalla de Carabobo, hasta los primeros meses de 1888, año de su instalación.
El transcendental proyecto para enaltecer la confrontación militar más importante de la gesta independista de Venezuela, le fue encomendado al pintor caraqueño por el entonces presidente Antonio Guzmán Blanco.
Exterior del Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo.
Quienes visitan por primera vez el Capitolio Federal, sede del Poder Legislativo Nacional, y levantan su mirada hacia el techo del Salón Elíptico se maravillan, ante la extraordinaria obra pictórica de 458 metros cuadrados, al tiempo que presencian la hazaña patriota del 24 de junio de 1821.
“Tovar y Tovar en su mural de la bóveda del Salón Elíptico muestra sin duda alguna al más grande muralista latinoamericano del siglo XIX y uno de los más brillantes del mundo”, afirmó el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros.
El Campo de Carabobo en la bóveda
A través de episodios culminantes el artista, con un lenguaje plástico legendario, épico y romántico, hace que el espectador concurra a la gesta de 1821 con solo girar la mirada y recorrer la bóveda del Salón Azul, como también se conoce a este recinto.
La escena que muestra al Libertador, Simón Bolívar, montado sobre su caballo blanco, señalando con su mano un lugar del campo de batalla y acompañado de su Alto Mando Militar, da a quien observa el sentido de lectura la obra pictórica.
Al continuar el recorrido nos encontramos con el Batallón de Cazadores Británicos avanzando, con Coronel Thomas Ilderton Ferriar al frente, y portando el pabellón nacional.
Se observa también, la embestida del Batallón Bravos de Apure comandados por José Antonio Páez. Más allá, en el terreno, yace Pedro Camejo, nuestro Negro Primero, uno los héroes que ofrendaron su vida en Carabobo, junto a su caballo. Resalta la obra de Tovar y Tovar, la acción de la Caballería y la heroica muerte de Manuel Cedeño y Ambrosio Plaza, bajo la descarga de la artillería enemiga.
Jorge Luis Santos/Orinoquiaphoto
La llanura carabobeña
En la bóveda del Salón Elíptico se suceden otros episodios, entre los que se visualiza a batallones realistas asediados por el Ejército Libertador. Las tropas enemigas fueron plasmadas por el pintor de forma disminuida u ocultos por el humo.
La conclusión de la batalla está representada en la zona sur donde los centauros de Apure recorren triunfales el Campo de Carabobo. Una cabaña incendiada con una columna de humo que se eleva hasta la parte más alta de la bóveda, y un caballo blanco sin jinete, simbolizan el fin del yugo español y el inicio de la libertad.
La inmensidad de la llanura carabobeña fue plasmada con rigurosidad, algo inusual para la época de postulados de la escuela del romanticismo. El paisaje, que enmarca todos los episodios pictóricos culminantes unificando la composición, ofrece al lector una panorámica del campo de batalla con verdadero realismo.
Estrategia de la batalla de Tovar y Tovar
Jorge Luis Santos/Orinoquiaphoto.
Descartada la técnica del fresco de uso común en la realización de murales, porque implicaba trabajar directamente en el techo del salón con una forma elíptica y cóncava, Tovar y Tovar decidió emplear otra, la marouflage.
Esto le permitió crear los distintos momentos de la Batalla de Carabobo en lienzos separados que, al ser colocadas sobre el espacio cóncavo del Salón Elíptico, dio a la obra un efecto simultaneidad y dinamismo.
En su lugar, se decide a emplear el, técnica que le permitiría la realización de la obra sobre lienzos que luego serían trasladados y adheridos al interior de la cúpula del Salón.
La excursión y otros preparativos para la batalla
A comienzo de 1884, el pintor caraqueño viaja a Carabobo junto al entonces presidente de Venezuela, Antonio Guzmán Blanco, y el también artista Antonio Herrera Toro, discípulo y asistente.
Visualizar el campo donde ocurrió la hazaña de 1821, la operación militar, tomar apuntes de la geografía, la vegetación, la luz para luego esbozar tamaña obra pictórica y trazar un plan, fueron los objetivos de la expedición.
Los preparativos del significativo proyecto incluyeron una investigación histórica para recabar la mayor cantidad de datos disponibles. Detalles de la batalla, las acciones de las distintas divisiones, los personajes y las anécdotas.
También fue objeto de estudio la arquitectura del Salón Elíptico, lugar escogido por Guzmán Blanco para la instalación de la obra encomendada.
En esta etapa, el pintor Herrera realiza los planos topográficos, retratos de los principales protagonistas, el diseño de los uniformes militares de ambos ejércitos y los bocetos.
La Batalla de Carabobo del Capitolio
Tovar y Tovar comienza su labor creativa en mayo de 1885 en su taller de París. Durante dos años, hasta junio de 1887, trabaja en cada de una de las escenas que conformarán el mural en honor a la gesta emancipadora de 1821.
Seis meses después, en diciembre de ese año, los lienzos llegan a Venezuela, pero la instalación comenzaría en febrero de 1888. Debido a la complejidad del proceso, fue contratada la empresa francesa A. Binant.
El montaje de la obra “Batalla de Carabobo” en el Salón Elíptico del Capitolio, inaugurado el 28 de octubre de 1888, fue supervisada por el artista, quien contó con la colaboración de los trabajadores del Ministerio de Obras Públicas.
Con información de Revista MEMORIAS DE VENEZUELA. No 3. Mayo-junio 2008, Génesis y evolución de la pintura de paisaje en Venezuela y La Batalla de Carabobo de Martín Tovar y Tovar
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