Escuchar la música de nuestra tierra es un placer, pero disfrutar de la polifonía de voces de un grupo coral es un deleite que toca el alma. Modesta Bor, insigne compositora, arreglista y docente venezolana fue un pilar de nuestra música vocal.
Nacida un 15 de junio, en el seno de una familia con inclinaciones musicales, en el Juan Griego margariteño de 1926, destacó por su tenacidad, vocación y una lucha constante contra las adversidades que le tocó enfrentar en su vida.
Sus obras, de corte nacionalista, comprenden una variedad de estilos que combinan nuestras raíces afro venezolanas e indígenas con la complejidad técnica de la música académica clásica, lo que la convirtió en una referencia mundial en la composición para canto coral.
Una familia musical
El arrullo del mar y la bruma perfumada de salitre de la Perla del Caribe, es el escenario en el que la familia Bor Leandro compartió su amor por el arte musical, el cual transmitieron a Modesta desde el nacimiento.
Armando, el padre, fue un devoto ejecutante de la guitarra y el cuatro. Los tíos, Nicolás y Leandro lo acompañaban con la mandolina y el violín, respectivamente. A este trío se sumaban las primas de la pequeña Modesta, alternando el jolgorio con los instrumentos que ejecutaba su progenitor.
A sus 10 años, la futura compositora inició estudios de teoría, solfeo y piano en su Margarita natal. En 1942, su familia se mudó a Caracas y la inscribieron en la Escuela Nacional de Música “José Ángel Lamas”. Allí tuvo el primer encuentro con su mentor, el maestro Vicente Emilio Sojo, quien dictaba la cátedra de composición.
Un sueño truncado
La ambición de Modesta Bor era ser intérprete y concertista de piano, pero, un año antes de presentar su concierto de grado para obtener el título de Profesora Ejecutante (1951), su sueño fue truncado, por el “Síndrome de Guillain Barré”.
La enfermedad, que afecta el sistema nervioso periférico, paralizó y deformó sus miembros superiores e inferiores, especialmente del lado derecho de su cuerpo, lo que frustró su carrera como pianista.
Su espíritu tenaz, su amor por la música y el cuidado y apoyo de su familia le permitieron recuperarse, pero ya sin la agilidad necesaria que la especialidad requería. Esto no la amilanó, la vida le tenía reservado otro camino.
Renacer musical
En 1953, Vicente Emilio Sojo asignó una tarea a Modesta: ponerle música a una poesía de Federico García Lorca. Cuando ella cumplió lo solicitado, le pidió que la escribiera para Coro Mixto. De esta manera, el maestro consiguió hacer renacer la carrera musical de Bor.
Esta obra, llamada Balada de la Luna, fue interpretada por el Orfeón Lamas ese mismo año y se convirtió en el primer arreglo vocal de la artista, quién en lo adelante se dedicaría a la composición, apoyada por Juan Bautista Plaza y Antonio Estévez.
El año de 1959 fue un año de triunfos. Modesta Bor compuso la Suite para Orquesta de Cámara que fue estrenada por la Orquesta Sinfónica Venezuela. Además, recibió su diploma como Maestro Compositor de manos de su mentor, Vicente Emilio Sojo.
Estudios en Moscú
Un viaje a Copenhague para asistir a un Congreso Internacional de Jóvenes Comunistas, representando al Partido Comunista de Venezuela (PCV), del cual formaba parte, le permitió visitar Moscú para conocer y audicionar frente a Aram Khachaturian, quien le ofreció una beca para realizar estudios de post grado.
La partitura de su Sonata para Viola y Piano le dio la oportunidad de hacer un dúo con el importante compositor ruso, quien impresionado por su desempeño le ofreció una beca del gobierno soviético para estudiar en el famoso Conservatorio Tchaikovsky.
Modesta Bor fue la primera mujer venezolana en tomar estudios de tercer nivel en el exterior. Allí estudió Polifonía, Literatura Musical, Orquestación y Composición con importantes músicos de esa nación. Formación que le permitió sentar las bases de su carrera en la dirección de coros.
Composición y dirección de grupos corales
Cuando regresó a Venezuela, dos años después, Bor se dedicó a la composición y a la dirección de grupos corales. Su empeño en formar y difundir en las nuevas generaciones la música folklórica, así como fomentar el arraigo nacionalista a mediante la música, la llevó a recorrer varios estados del país.
La difusión de nuestra música a través de los coros fue continua al dirigir corales infantiles en diversos colegios; agrupaciones como el Coro CANTV, el Orfeón de la Universidad de los Andes (ULA), la Cantoría de Mérida, y la Cantoría Infantil de Mérida. También la motivó a crear agrupaciones como Arpegio, con la que grabó dos discos.
Su extensa y variada obra musical, más de 80 composiciones de diversos géneros musicales, es material obligatorio para los coros y orquestas venezolanos, que han difundido su legado a gran cantidad de países durante sus participaciones en reconocidos encuentros internacionales.
Regreso al mar
Modesta Bor falleció el 7 de abril de 1998, en Mérida, lugar en el que vivió por ocho años y en el que, como era su costumbre, continuó ofreciendo sus conocimientos y formando a un nutrido grupo de compositores y arreglistas desde su hogar. A su muerte, sus restos fueron llevados de regreso al mar de su natal Margarita.
La carrera de esta fiel representante de lo afirmativo venezolano fue reconocida con gran cantidad de premios: Premio Nacional de Música de Cámara, Premio Nacional de Música Vocal, Premio Nacional de Música para Obras Sinfónicas Breves, Premio Nacional de Composición y Premio Nacional de Música (CONAC).
Su trabajo musical entre los que destacan “Suite Criolla”, “El Pescador de Anclas”, los siete “Sarcasmos”, “Regreso al Mar” y el poema sinfónico titulado “Genocidio”, ya son parte del patrimonio musical y vocal de nuestro país.
Con información de Fundación Modesta Bor, Correo del Alba, Sol de Margarita y RT Noticias
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