En la batalla del Alto de Los Godos el refuerzo tanto de la Batería de Mujeres, encabezada por Juana La Avanzadora como del Cacique Guanaguanay, con sus valientes indígenas, fue crucial para la victoria patriota sobre las tropas realistas del capitán general de Venezuela, Domingo Monteverde.
La máxima autoridad del imperio español viajó a oriente para acabar personalmente con la férrea resistencia de Maturín, pero escapó “de milagro” de la muerte, tras ser derrotado por el ejército patriota bajo el mando de Manuel Piar y José Francisco Azcúe.
La amenaza de Monteverde
Monteverde llegó el 5 de mayo de 1813 a Barcelona, donde en un despliegue de arrogancia y con la clara intención de amedrentar proclamó que “con la misma facilidad con que se disipa el humo al impulso del viento, así desaparecerán los facciosos de Maturín, por el valor y la fortaleza de los soldados del Rey, que tengo el honor de conducir a la victoria”.
Y no conforme con ello, le dio un ultimátum de dos horas a “la guarnición y jefes de ese pueblo desgraciado” el mismo día de la tercera batalla de Maturín, asegurando que los abandonaría “al furor irresistible de mis soldados que ansían por reivindicar el honor de las armas nacionales y por destruir a los enemigos de la paz, de la justicia y de la felicidad de estas poblaciones pacíficas”.
Aunque en desventaja numérica, Manuel Piar no dudó en contestar que “el pueblo de Maturín, sus virtuosos moradores y los jefes que los mandan, sólo se encuentran con las laudables intenciones de defender su libertad hasta perder la vida”.
Juana y su Batería de Mujeres
La Batería de Mujeres fue uno de los grupos de defensa por la patria libre organizado en el marco de la Campaña de Oriente. A sabiendas del avance de Monteverde, Piar organizó el refuerzo de las trincheras ubicadas en la plaza que hoy lleva su nombre con esta batería junto a las de Palo Negro, y Burro Negro.
Lideradas por Juana La Avanzadora, y al mando del comandante Remigio Fuenmayor, un grupo de mujeres fungía como enfermeras mientras que el otro se resguardaba en las zanjas y fosas que rodeaban la plaza. Juana, de 23 años, era hija de una esclava africana y el general Andrés Rojas, entregada a la lucha por la independencia desde la adolescencia.
Empezando la tarde se conoció que en el sitio de la batalla, conocido como Alto del Otero, hoy Alto de Los Godos, a los patriotas se les acababan las municiones, por lo que el comandante Carrasquel ordenó reforzarles a Juana y su grupo. Entre el fuego cruzado llegó la valiente y aguerrida Batería de Mujeres al lugar. El triunfo se concretó.
Además de Juana, conformaban la Batería de Mujeres: María Antonia (abuela de Eloy Palacios) , Marta Cumbale, Valentina Mina, Graciosa Barroso de Sifontes, Vicencia y Rosa Gómez, Dolores Betancourt Mota, Carmen Lanz y Luisa Gutiérrez, Isidora Argote, Eusebia Ramírez, Guadalupe Ramírez, Rosalía Uva, María Romero de López, Josefa Barrosos, Juana Carpio y Lorenza Rondón.
Las flechas y lanzas del Cacique Guanaguanay
Con los indígenas al mando del cacique José Miguel Guanaguanay, el número de soldados del ejército patriota aumentó de 500 a 700. Sus flechas y lanzas fueron clave para debilitar a los realistas, pues lograron desactivar el cuerpo de caballería del enemigo.
El valiente guerrero indígena tuvo que hacer un largo y difícil recorrido para ponerse a la orden del general Piar en la planicie del entonces Alto del Otero. Cuatro ríos atravesó junto a sus hombres para defender sus ideales de libertad: el Punceres, el Orocual, el Aragua y el majestuoso Guarapiche. Esa tarde de 1813, en Maturín, Guanaguanay y los 200 indígenas que le acompañaron encarnaron la revancha de nuestros pueblos originarios a los conquistadores.
Aquel 25 de mayo, todos pasaron a la eternidad con la satisfacción de haber honrado a su estirpe, en especial al indio Maturín o Cacique Chaima, quien lideró la rebelión Caribe de la primera década del siglo XVIII, contra la conquista de los españoles, junto a los principales caudillos indígenas del Guarapiche.
Huida del arrogante Montenegro
Bastaron unas cinco horas para que el arrogante Montenegro huyera. Quien proclamó que reduciría a los defensores y las defensoras de la Sultana del Guarapiche con gran facilidad, estuvo a punto de perder la vida como la perdieron el comandante Antonio Bosch y el Capitán Pedro Cabrera a quienes dejó en el campo de batalla.
El saldo descrito en el informe del ejército republicano, presentado cinco días después del enfrentamiento, fue de 479 enemigos de los cuales 27 eran oficiales de la plana mayor, así como muchos heridos y prisioneros. Además fueron tomados tres cañones, un morterete con sus granadas, un cajón de hachas incendiarias, una gran cantidad de pertrechos, fusilería, cajas, banderas.
También fueron incautados 6.000 pesos en plata, los cofres del mismo Monteverde y de algunos oficiales “y, por decirlo de una vez, un botín que valdrá sobre cuarenta mil pesos”. Destaca el informe que “la victoria fue tan completa que hasta la famosa música del batallón veterano de Caracas cayó en nuestro poder”.
Pese a lamentar la muerte de patriotas, entre ellos del Cacique Guanaguanay, la celebración de la victoria sobre los españoles se extendió durante días. Una copla quedó para la historia:
Ya Monteverde pensaba/ almorzar en Maturín/ y se le secó la rama/ para sécula sin fin.
De la Hoz corrió volando/ con su cobarde pandilla/ pues de nada le valieron/ Zuazola y Bobadilla.
Los españoles llegaron/ a rendir a los patriotas/ y de Maturín salieron/ sufriendo grandes derrotas.
Con información de Historia de Maturín, Centro Nacional de Historia, Venezuela Tuya y Espiricontigo
Fotos cortesía de Entérate 24, Bolivariana 95.1 FM y Soy Nueva Prensa Digital
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