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¿Es posible medir la salud de los ecosistemas terrestres?

por Haiman El Troudi
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¿Es posible medir la salud de los ecosistemas terrestres?

Medir la salud de un ecosistema terrestre ha sido una inquietud constante en la comunidad científica dedicada al estudio de los ambientes naturales. Dicha necesidad se hace más imperiosa frente a las amenazas y problemas cada vez más comunes y frecuentes provocadas por el calentamiento global; así como por el cambio climático que genera.

La humanidad gasta los recursos naturales de forma excesiva, afectando los ecosistemas terrestres y minando su salud. Por ello, es absolutamente necesario conocer el estado real de nuestros ambientes naturales.

Recientemente, un estudio realizado por un equipo internacional de investigadores reveló un método para analizar la salud de los ecosistemas terrestres, a partir de indicadores clave como el crecimiento vegetal y el uso eficiente de agua y carbono.

Tiempo atrás, un equipo interdisciplinario de investigadores de México, Estados Unidos y Reino Unido presentó una forma de medir la sostenibilidad y la salud de los ecosistemas, usando el concepto de “criticalidad”. Esta noción es clave para comprender los sistemas complejos y ve la salud en función del balance entre robustez y adaptabilidad a los cambios.

Sobregiro ecológico y salud de los ecosistemas

¿Es posible medir la salud de los ecosistemas terrestres?

La medición del Sobregiro Ecológico de la Tierra que se hace cada año ha puesto en evidencia el excesivo gasto de recursos naturales. Lo más grave es que la humanidad consume mucho más rápido estos recursos que su velocidad de regeneración.

Son muchas y muy graves las consecuencias de este despilfarro de recursos naturales, entre ellas: deforestación, erosión del suelo, disminución en la pesca, escasez de agua dulce, pérdida de biodiversidad y acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera.

Ante esta realidad, científicamente comprobable, científicos se han dedicado por años a desarrollar modelos para determinar la salud de los ecosistemas terrestres.

Nuevo método

¿Es posible medir la salud de los ecosistemas terrestres?

Un estudio reciente, realizado por un equipo internacional de investigadores, en el que ha participó el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), en España, descubrió un método para analizar la salud de los ecosistemas terrestres a partir de indicadores clave como el crecimiento vegetal y el uso eficiente del agua y el carbono.

Los científicos aseguran que, al analizar estos tres indicadores, se puede predecir la capacidad que tiene un ecosistema para responder ante los cambios climáticos y ambientales, en pocas palabras: su salud.

“Utilizando solo estos tres factores principales podemos explicar casi el 72% del estado de salud de un ecosistema”, afirma Marco Migliavacca, investigador del Instituto Max Planck de Biogeoquímica, ubicado en Jena, Alemania, también participante del estudio.

Estos tres indicadores, aseguran los científicos del CREAF, son claves porque definen cuáles son las funciones esenciales para el funcionamiento de un ecosistema y, con ello, es posible comprender su capacidad para responder ante las diferentes amenazas que enfrentan hoy.

Red de datos globales

¿Es posible medir la salud de los ecosistemas terrestres?

Para desarrollar la nueva técnica que permitiría medir la salud de los ecosistemas terrestres, el equipo utilizó los datos medioambientales de redes mundiales de estaciones que siguen infinidad de ecosistemas, observaciones por satélite, modelos matemáticos y métodos de descubrimiento estadístico y causal.

Específicamente, emplearon los datos de Fluxnet, una red global de sitios de torres micrometeorológicas, que miden los intercambios de dióxido de carbono, vapor de agua y energía entre la biosfera y la atmósfera. A partir de esta información, los autores inspeccionaron las tasas de intercambio entre tres factores: crecimiento vegetal y uso eficiente del agua y el carbono, de 230 estaciones en todo el mundo.

Los sitios estudiados abarcan una gran variedad de zonas climáticas y tipos de vegetación, de modo que pudieron calcular para cada lugar un conjunto de propiedades funcionales de los ecosistemas, así como las características de la vegetación y los datos por satélite sobre la biomasa vegetal.

Otras formas para medir la salud de los ecosistemas

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En un artículo publicado en la revista científica Plos One en el año 2017, un equipo interdisciplinario de investigadores de México, Estados Unidos y Reino Unido presentó otro método para medir la sostenibilidad de los ecosistemas terrestres, a partir del concepto de “criticalidad”, una noción clave para comprender los sistemas complejos.

De acuerdo a este concepto, se propusieron considerar a la salud “como el estado de balance dinámico entre robustez y adaptabilidad en respuesta a los cambios del ambiente”. Aunque no es algo desconocido, la novedad radica en aplicar esta idea a la salud de los ecosistemas terrestres.

“Proponemos tomar a la criticalidad como un concepto unificador de la salud a múltiples escalas y tipos de sistemas”, explicó López-Corona, físico, doctor en Ciencias de la Tierra y uno de los autores del estudio.

El trabajo de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad la Salud o Integridad Ecosistémica (Conabio), México, en el desarrollo de indicadores que permitan medir la salud de los ecosistemas terrestres, tuvo una importancia estratégica en este estudio.

Entre estos indicadores, asociados a un ecosistema sano, destacan “la capacidad del ecosistema para soportar perturbaciones, es decir, robustez, así como la adaptabilidad, o potencialidad para modificarse de ser necesario”.

Sostenibilidad de la salud de los ecosistemas

 

¿Es posible medir la salud de los ecosistemas terrestres?

Usando series de tiempo para analizar la criticalidad, los investigadores plantearon un “índice de sostenibilidad”, basado en parámetros que evalúan tanto la salud como la estabilidad de los ecosistemas terrestres.

La medición de la estabilidad la hicieron a partir de un análisis de la información de una base de datos global de flujos de materia y energía en América llamada Ameriflux, que publica información sobe flujos de carbono, agua y energía de ecosistemas, medidos a intervalos de 30 minutos. La red AmeriFlux cuenta con investigadores y modeladores que trabajan de forma coordinada para generar comprensión de los ecosistemas terrestres en un mundo con un clima cambiante.

Para evaluar la sostenibilidad, los científicos compararon sus resultados con indicadores de la condición de tierra, que toman en cuenta factores como acidez, salinidad y condición física. Al hacerlo encontraron, en la mayoría de los casos, consistencia entre los indicadores de la condición de tierra y los resultados de su índice de sostenibilidad. En otras palabras, un alto valor del índice de sostenibilidad significa que los datos indicadores de la condición de la tierra son los adecuados.

Son muchas las ventajas de contar con un sistema cuantitativo para evaluar la salud de los ecosistemas terrestres. En este sentido Jon Lovett, especialista en ecología y política pública de la Universidad de Leeds de Reino Unido y coautor de la publicación, afirma que los resultados abrieron una nueva área de estudio.

“Buscamos pasar del discurso retórico en favor del medio ambiente a formas objetivas de estimar el estado del mismo”, explica al respecto Oliver López-Corona, investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, adscrito a la Conabio, y miembro del Centro de Ciencias de la Complejidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Salud de los ecosistemas y salud humana

¿Es posible medir la salud de los ecosistemas terrestres?

Es importante considerar la importancia de los ecosistemas terrestres y de los beneficios para la humanidad: producción de biomasa, reguladores del clima del planeta, la disponibilidad de agua, la protección de los suelos y la seguridad alimentaria.

Cada organismo y cada ecosistema juega un importante rol en los ciclos de energía y nutrientes que mantienen vivo el planeta. Algunas de estas funciones se han modificado debido a los cambios atmosféricos, del clima y los usos del suelo, y el aumento de diferentes perturbaciones.

Un ambiente natural será más sostenible si tiene la capacidad de perdurar en el tiempo y mantenerse sano. Para garantizarlo es necesario medir la salud de los ecosistemas, lo que es posible, y al mismo tiempo tomar medidas para protegerlos.

Centrar los esfuerzos en la conservación y restauración, teniendo en cuenta la importancia de la gestión humana, porque solo está en juego la salud de los ecosistemas terrestres, sino la nuestra.

 

Con información de Efe Verde, Creaf, NAIZ y Boletín UNAM


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